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Sobre las 12 tareas 

Inventar, escarbar, robar, intuir, rescatar, pedir prestada e inferir pensamiento visual de cualquier material o acontecimiento que resuene armónicamente con su propio pensamiento es como C. Gallardo gestiona su obra, y a esto se debe agregar la intuición, que es la forma en que el ser humano racionaliza el inconsciente haciéndolo participar como un otro material estructural que se hace presente al interior del proceso. Es decir que la incorpora en la obra para enriquecer la urdimbre de la trama de sentido que teje en su propuesta. 

Surge desde esas obras una forma de poesía visual por la que siente un gran respeto, y a la que ha dedicado muchas reflexiones con la idea de comprender y aprovechar al máximo su aporte en la concreción de los procesos creativos.

 

De esta actitud reflexiva emergen los procesos de adecuación o pensamiento creativo que cobran forma en sus trabajos, con asidero en materias tan diversas como la mitología, la conducta, la voluntad, la producción industrial, o la política, y se enlazan con los arquetipos del grabado, la fotografía, la performance, o las intervenciones de site specific.

Inspirado en el modelo mitológico del encargo, Las 12 Tareas que el Rey Euristeo le ordena realizar a Hercules, es que Gallardo asoció el atributo de la fuerza que caracteriza al héroe mitológico, con la técnica de carga del obrero del matadero. 

En el caso de ésta tarea precisa que requiere de la fuerza de un héroe debido a la especificidad del evento a nivel simbólico es que surge la  mimesis metafórica de la fuerza y la técnica. 

En esta obra en que interviene el espacio de trabajo de un matadero, que ha llamado Las 12 Tareas, se nominó a un obrero que actuó como Interpósita Persona del héroe Griego, para que re-pusiera miméticamente el arquetipo mitológico del encargo. 

Es la impronta (mancha) que inscribe el cuerpo muerto sobre un trapo (saco harinero que el trabajador usa como una prótesis protectora) lo que Gallardo preserva con su grafía acusadora en este soporte textil desplazado, con una huella única y a la vez un otro múltiple o mono-cópia. 

Las otras partes que conforman la obra son la intervención conceptual del espacio de trabajo, el desplazamiento conductual que modifica el comportamiento del obrero al establecer un acuerdo para alcanzar un fin que se encuentra mas allá de sus procesos habituales, y finalmente el registro fotográfico del evento, otro desplazamiento que graba el accionar de la luz en ese escenario, sobre un soporte físico-químico, generando una precisa tajada de realidad petrificada al interior de un negativo. 

Esta tela en la que se empaparon los fluidos de muerte de una víctima, y que como si fuera el bíblico Paño de la Verónica se transformará en un testimonio serializable, se a grabado con sangre para una posteridad aún no precisada. 

Ese cuerpo muerto y genérico se vuelve en este trabajo un cuerpo simbólico, porque la maniobra de impregnación dirigida lo saca de su contexto industrial, lo convierte en signo y lo lanza al futuro en el registro fotográfico. 

En este nuevo escenario semiotizado en que el cuerpo muerto puede ser leído y contemplado en el plano fotográfico se permitirá que ese cuerpo signifique algo que esta más allá de su función alimentaria, y pueda por tanto ser leído como otro lenguaje de-codificable que a punta de polisemia se ha convertido en registro. 

Descifrado el contenido semiológico de la acción del artista, sumado al saco testimonial manchado y a la imagen fotográfica que lo explica, la obra cobra una dimensión testimonial que excede lo puramente documental o político.

“La fotografía retarda el tiempo hasta el punto de su detenimiento. En el escenario de la toma se captan, se precipitan, se distribuyen, se interceptan y se solidifican materialmente energías in-nombradas que traman el tiempo”.- R. Kay en Del Espacio de Acá (1980) segunda edición Metales Pesados

La fotografía, que en una de sus torsiones nos abre una puerta lateral por donde podemos acceder a su geometría secreta, nos permite hacer  un viaje al pasado cada vez que la vemos, puesto qué traduce el espacio-tiempo relativista restándole dos dimensiones (la profundidad y la duración) con lo que solo fija dos ejes de sus coordenadas.

Comprimida la realidad a una bi-dimensionalidad discreta y estable, en la que es posible re-visitar ese registro de realidad una y otra vez sin que se alteren sus coordenadas visuales, la fotografía queda abierta a las múltiples lecturas e interpretaciones que hacemos de ella. 

Así, fija y estable ésta realidad plana viaja sobre si misma ad-eternum  como si hiciéramos un trayecto sobre una cinta de Möbius, esto es que: el recorrido termina exactamente en el lugar de inició, haciendo coincidir el inicio del espacio-tiempo obturado con su final semiológico en un punto de lectura que es común para cualquier persona que vea esta imagen en cualquier momento del tiempo posterior a la toma, esto le permite acceder a su condición tautológica de grabado desplazado que es a la vez único y editable. 

En este proceso también se le restan dimensiones a la experiencia del momento fotografiado, se le quita el olor, la textura tridimensional, el sonido y el sabor, quedando lo visual reducido a sus coordenadas Euclidianas, un documento para la lectura y el análisis visual. 

Mirar una fotografía es siempre una forma de viajar en el tiempo, y yo busco en mis trabajos establecer puentes que comuniquen al espectador con los eventos que voy construyendo.

Esto hizo necesario, sino indispensable el acompañar el documento fotográfico cuyas coordenadas se fijaron en el momento de la toma, con un objeto que se verá afectado por el transcurso del tiempo (el saco manchado y numerado) lo que me permitió establecer un punto de anclaje en que dialoga el transcurso del tiempo con ese otro objeto cuya presencia pétrea y documental resiste el paso del tiempo. 

Las 12 Tareas es una intervención del espacio público que se realizo en 1979 y 1983 en un Matadero de Santiago de Chile, en donde el artista entregó una serie de telas testigo (sacos de algodón blanco) para estampar manchas que fueron transferidas por las carnes desolladas al ser transportadas sobre los hombros del obrero. Las manchas producidas por contacto, son análogas a lo que conocemos en el grabado como "monocopias": Todo transporte produce una huella documental.

El confinamiento, descuartizamiento y transporte de carnes muertas era una parte de las tareas que se realizaban en ese matadero, y esas actividades resultaron ser homólogas al transporte y movimiento de cuerpos realizado por el régimen durante ese período tan oscuros de la historia de Chile. 

Hay un dolor imperecedero para el arte ahí también.

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