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La obra de Carlos Gallardo se desarrolla mayormente al interior de un proceso creativo complejo, que se articula inicialmente a partir de sus reflexiones en torno al concepto que él define como los  “desplazamiento del grabado”, cuestión que se inscribe y hace cuerpo con el contexto político y cultural que vive la generación de artistas de los 70’s y 80's en Chile.

Fundamentado en la necesidad de recoger señales visuales o residuales de los eventos históricos, como si fueran marcas para un grabado, pero desplazándose desde lo académico en cuestión, hacia un problema genérico que involucra reflexiones teóricas sobre las nuevas técnicas del arte en general por una parte, y por la otra la consideración de las nuevas tendencias de la teoría, Gallardo postula que: es grabado todo soporte que impregna o recibe huellas, ya sea papel que imprime y/o revela, tela que empapa, tierra que acoge, o la piel que registra marcas de los proceso de vida. De igual forma sostiene que la conciencia que se altera al exponerse a estos procesos generando conductas, deviene matriz; y que como extensión de estas acciones, todo comportamiento humano reiterado puede ser considerado una edición.

Desde la premisa “desplazar para expandir, para registrar, para exponer, para ir más allá, para alcanzar lo nuevo” surge la serie titulada “A la carne de Chile” (1978 – 1983), obra que metaforiza el cuerpo cultural y político chileno.

Fotografiando el proceso de faenar ganado, (entendido como la carne genérica) en un matadero de Santiago, es que define ese lugar como un espacio modélico que nutrirá parte importante de su propuesta estética. 

Paralelamente el artista asume un rol político desde su obra, realizando performances e intervenciones en ese matadero, instalando por primera vez su propio cuerpo e imagen capturada en la fotografía como parte fundamental de la obra  en el registro, como también en los residuos de la faena cuya mimesis se espejea con el acontecer del país en ese momento, Gallardo reemplaza en este acto metafórico el cuerpo de aquellos que ya no podían comparecer y para los que no era posible solicitar Habeas Corpus..

El cuerpo de obras llamada Pixel Terror, que comienza su desarrollo conceptual y formal durante su residencia en Paris en 1982, da cuenta de un nuevo desplazamiento.

Esta vez, se desplaza el artista desde los mataderos de Santiago de Chile a los Museos de Europa, poniendo en tensión su origen y realidad como artista latinoamericano, con los lugares de conservación de las obras maestras de la historia del Arte, Mediante esa serie sistemática de autorretratos frente a obras fundamentales, el artista comenta  el rol de la conservación del arte adicionando su imagen el interior de la obra-registro. Gallardo  además produce alteraciones digitales en las obras, alteraciones que hace visible usando programas de manipulación de imágenes para comentar la permeabilidad del arte a la cita, o a la posibilidad siempre fructífera de su de-construcción.

Esta vez bajo la premisa que dice: La alteración de un solo pixel en una obra de arte, es un acto político que define a la obra y su contexto.

En años posteriores al 2010, desarrolla un nuevo cuerpo de obras relacionados con la transmisión de imágenes en Internet que denomina  Las Artes Eléctricas, fundamentada en una visión personal alternativa al Glitch Art, Versión que en su concepción no contempla la acostumbrada manipulación intencionada del código fuente de la imagen, sino que se basa en los procesos probabilísticos y azarosos que ocurren durante la transmisión de imágenes sobre protocolos y programas de visionado en Internet.

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